La idea de que machos y hembras tengan diferentes estrategias reproductivas está de acuerdo con la intuición. Desde el momento que el macho tiene que gastar cantidades (relativamente) pequeñas de energía para lograr el mismo premio reproductivo que la hembra, resulta lógico pensar que la mejor estrategia reproductiva para un macho consista en inseminar a un número alto de hembras. De hecho, las posibilidades reproductivas de los machos son, en teoría, fantásticas. Un solo gallo puede inseminar a todas las gallinas del corral. Un solo carnero puede preñar a todas las ovejas del rebaño. Desde el momento en que la inseminación es un acto mucho menos costoso, en tiempo y energía, que poner huevos o criar a los corderitos, los machos pueden tener (en teoría) un número de descendientes muy superior al de las hembras. Obviamente, para las hembras las cosas son bien distintas. Para ellas el éxito reproductivo depende…
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